Itsas-Etxea, nuestra casa

En el muelle donostiarra, en el antiguo edificio, coloquialmente llamado “portaaviones”, ha nacido KOFRADIA – ITSAS ETXEA, LA CASA DE LOS PESCADORES. Se trata de un ambicioso proyecto en el que está implicado, de un modo u otro, todo el tejido social vasco vinculado al oficio pesquero en general. Impulsada por la organización de productores de pesca de bajura, Opegui, y por el conjunto de las cofradías de pescadores del País Vasco,

Itsas-Etxea

Nuestra casa

En el muelle donostiarra, en el antiguo edificio, coloquialmente llamado “portaaviones”, ha nacido KOFRADIA – ITSAS ETXEA, LA CASA DE LOS PESCADORES

Se trata de un ambicioso proyecto en el que está implicado, de un modo u otro, todo el tejido social vasco vinculado al oficio pesquero en general. Impulsada por la organización de productores de pesca de bajura, Opegui, y por el conjunto de las cofradías de pescadores del País Vasco, KOFRADIA nace con el objetivo de promocionar y revalorizar la pesca de bajura del País Vasco. Además de contar con el apoyo económico de la Unión Europea, del Gobierno Vasco y de la asociación Itsasgarapen, se ve respaldada por la colaboración de la Diputación Foral de Gipuzkoa, la Escuela Náutica Pesquera Blas de lezo, el Aquarium de Donostia y el museo Naval.

Todo un lujo de redes y enlaces para poder llevar adelante el sueño de muchos y muchas que no es otro si no poner en valor todos los oficios relacionados con la mar y la pesca, desde el mar al consumidor. Y conseguir que perpetúan en el tiempo, dignificándolos como lo que son, un legado de nuestra cultura.

Y a mí ¡Me encanta!

Tengo el placer y el honor de poder colaborar en este proyecto y me siento realmente afortunada. Los arrantzales, las rederas, las pescateras y pescateros, las conserveras, los cocineros y cocineras que ponen en alza nuestro producto, las artistas que lo convierten en arte… todos tenemos cabida en la CASA DEL MAR, que pretende no solo ser la salvaguarda de tantos oficios, si no además ponerlos en el lugar que se merecen en nuestra sociedad. Y para ello, la formación y el relevo generacional son piezas clave.

Preocupa especialmente no sólo la oferta formativa reglada sobre estas profesiones, sino el hecho de poder acercar el mar y sus oficios a la sociedad, a la gente de a pie y a la juventud, para que puedan ver en ellos una manera de sacarse la vida adelante con dignidad. Para ello hay que quitar miedos, romper falsos mitos y sacar a la palestra lo bueno que el mundo del pescado puede ofrecer a los y a las jóvenes. A mí, como pescatera, esto me emociona. Siempre he creído que nuestra oficio no es tarea fácil y que hemos de reivindicar su lugar en el mapa de la formación profesional de este país. Creo que las pescateras y pescateros somos pieza clave para acercar a la ciudadanía los productos de la mar, para animarles a su consumo, para explicarles cómo prepararlos y disfrutar de ellos en sus casas. En definitiva, para transmitirles respeto y cuidado por el producto.

Como me dijo el otro día una amiga, las pescateras y pescateros estáis en peligro de extinción, y si no estamos nosotras para transmitir a la gente el amor por el pescado ¿quién lo va a hacer? No sólo se trata de vender pescado, eso siempre habrá quien lo haga por un jornal, se trata de contagiar la pasión y el respeto por lo nuestro. Poder ser profesionales en el asesoramiento, en el preparado, en el conocimiento de las técnicas culinarias para hacer llegar el producto a su máxima expresión, en la estacionalidad, en las normas higiénico sanitarias que hagan seguro su consumo y en la gestión. Ah, y todo esto acompañado por un exquisito trato al público.

¿Y todavía me dicen que este oficio no necesita formación?

Hasta ahora, el relevo generacional en nuestra profesión se hacía en la familia. Mi abuela, mi madre y yo somos claro ejemplo de ello, como muchas de mis amigas y colegas de profesión. Hoy en día esto ha cambiado bastante, el legado familiar del negocio ya no se sucede naturalmente y muchos comercios familiares acaban por cerrar. Y si esta pila de conocimientos no se transmite de generación a generación de algún modo ha de hacerse. De ahí la importancia y necesidad de una formación reglada en nuestro ámbito. La demanda de personal formado en pescadería es alta y la oferta es pequeña.

En este contexto, me ha alegrado mucho saber de la inquietud de ITSA ETXEA por el relevo generacional y la formación de nuestros oficios. Esperemos que poco a poco vayamos dando pasos hacia la conservación de nuestras profesiones. En lo que sí que están dando pasos desde el portaaviones es en la apertura del proyecto a la ciudadanía y visitantes. Y además lo están haciendo en un modo muy diverso.

Por un lado, y en colaboración con las instituciones vecinas como el Museo Naval o el Aquarium, algunos sábados organizan visitas guiadas al muelle donostiarra, y no dirigidas a turista, si no especialmente a foráneos, para que los propios donostiarras podamos conocer aspectos y curiosidades de nuestro puerto que seguro desconocemos. Bonito, original y entretenido plan para una mañana de sábado.

Por otro lado organizan cursos de cocina de pescado de temporada para adultos y niños. Yo tuve la ocasión de participar en el primero, donde cocinamos bonito con recetas populares, estuvo muy bien, y de hecho, ya he repetido en casa alguna de las recetas que aprendimos allí. ¡Todo un éxito!

Además ofertan talleres de arte, como el impartido por la artista guipuzcoana Itziar Unzurrunzaga, especialista en la técnica Gyotaku, talleres de reciclaje de redes, cursos de maridaje, paseos en embarcaciones de pesca y visitas guiadas a la lonja entre otras. Ofertas que nos vienen al pelo en este verano tan especial, en el que seguramente estaremos más en nuestra ciudad de lo que habíamos planeado. ¡Qué mejor ocasión que acercarnos al muelle y disfrutar un rato de los nuestro!

Además de todo lo nombrado, el proyecto consta también de un bar en el que uno se puede tomar algo en uno de los entornos más emblemáticos de la ciudad, un restaurante a ras del agua y una tienda de conservas, donde, además de poder adquirir las latas que desees para llevarte a casa, tienes la oportunidad de degustarlas allí mismo y maridarlas con la bebida que más te apetezca. Eso sí, tanto en los pinchos de la barra del bar, como en la carta del restaurante, como en las conservas el cliente no va a encontrarse más que productos de pesca de bajura, nada más.

Así que, la carta se adaptará a la pesca y a las capturas de ese día. Unos días habrá pescados más elegantes y otros más de andar por casa, lo que caiga en nuestros anzuelos y redes. Ahí está también la razón de ser del proyecto, dignificar una vez más, y poner en valor tantos pescados, que ya por desconocimiento o por falsos mitos han ido a caer en el saco roto del olvido o del descarte.

Sacar esos pescados al plato ha estado siempre muy presente en nuestra pescadería, animando a nuestra clientela a probarlos. ¡Olé que salten al fin también a los grandes fogones! Esa será otra de las magias del lugar.

Ay ama!! Con todo lo que he escrito parece que voy a cobrar una comisión por la redacción de este artículo, y nada más lejos de la realidad.

Es que cuando me apasiona algo, pues me dejo llevar, no lo puedo evitar. Y este proyecto, por todo lo que conlleva de reivindicación de lo nuestro, de nuestros oficios y de nuestro legado me apasiona, y por eso tengo que contarlo.

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