Allá por septiembre del año pasado, un cliente mío de toda la vida, muy versado en letras, observando mis limitaciones en las artes literarias, y preocupado por el buen hacer del lenguaje, me propuso corregir ortográficamente mis artículos antes de enviárselos a mi editor. Para mí, su invitación fue una alegre y grata sorpresa, y...Continue Reading