Aprender a comprar (Pescado y más)

Como dicen nuestras madres y abuelas, a hacer se aprende haciendo.¡Y qué verdad es! Puedes saber mucha teoría, o haber escuchado hablar sobre ello, o te pueden haber dado un montón de consejos, pero hasta que llega el momento de meterte en el barro y de ponerte tú misma a hacer, no sabes a qué te enfrentas en realidad y cómo vas a reaccionar. Lo mismo ocurre con el acto de comprar pescado.

Aprender a comprar (Pescado y más)

Como dicen nuestras madres y abuelas, a hacer se aprende haciendo.¡Y qué verdad es!

Puedes saber mucha teoría, o haber escuchado hablar sobre ello, o te pueden haber dado un montón de consejos, pero hasta que llega el momento de meterte en el barro y de ponerte tú misma a hacer, no sabes a qué te enfrentas en realidad y cómo vas a reaccionar.

Lo mismo ocurre con el acto de comprar pescado. Nos encontramos cada vez a más personas detrás del mostrador que nos comentan que no saben comprar pescado. ¡Normal!, a mí me pasaría lo mismo si me mandan comprar otras cosas que habitualmente no compro como carne, cordero o conejo…no sabría cómo pedir, ni las partes del animal, ni las cantidades, ni todas las opciones de cocinado que pueden tener.

Antes, un par de generaciones atrás, esos conocimientos de economía doméstica se adquirían en casa, se transmitían de generación en generación en el Mercado.

Uno iba con su madre o con su abuela a hacer la compra y como no había móviles ni nada por el estilo se era más propenso a la conversación, y la abuela te iba explicando qué pensaba comprar y porqué, y aquí, la servidora, como muchos otros se encargaba de portar los pesos.

Había días, que si la cola de la carnicería era muy larga te mandaban mientras a la pollería o a por huevos, que estaba en el pasillo de enfrente, ibas por el camino repitiendo como un loro en tu cabeza lo que tenías que pedir, para que no se te olvidara, y con los nervios de hacerlo tú solita.

Y ya de un poco más mayor, te mandaban sóla a comprar. Ya habías aprendido como hacerlo, eras autónoma. Y si metías la pata, o comprabas de más o de menos, o se te olvidaba algo tenías que volver las veces que hicieran falta, así que más valía estar bien atenta… Lamentablemente hoy en día todo eso terminó.

Los sábados por la mañana los peques de la casa están tan ocupados en deportes y actividades varias que son muy pocos los que acompañan a sus antecesores a la compra…y aún no somos conscientes de todo lo que se pierden, no sólo ellos, sino también las generaciones que vendrán.

Madres, padres y tutores legales, hagan la compra con sus hijos e hijas, involúcrenles en las decisiones, explíquenles porqué comprar una cosa u otra y transmítales esos conocimientos de subsistencia que ustedes recibieron en su día. Así estarán criando adultos autónomos y seguros, porque no hay cosa que te dé más seguridad que pisar la tierra firme que tu tribu ha labrado.

Los que tenéis niños pequeños aún estáis a tiempo, y esos otros que habéis crecido sin acompañar a vuestras madres o abuelas al mercado deciros que aún podéis adquirir esos conocimientos.

Llamadles, preguntadles, dejaros asesorar…e incluso pedid que os acompañen. A ellas les va a hacer un montón de ilusión y vosotros vais a aprender todo aquello que solo la universidad de la vida os puede enseñar.
Y os aseguro que eso queda, se queda dentro…más allá de las raíces cuadradas o el multideporte.
Se queda en la memoria y en el corazón para siempre.

Nunca te olvidarás del día en que tu abuelo te enseñó a comprar antxoas.

On egin!

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